Ha pasado tiempo desde que no hablamos.
Ya olvide tu voz y tu risa.
Ya borre tus mensajes y tu número también
aunque aún
lo tenga en una notita por si acaso.
Ya no me atormento por
pensar en quién estarás pensando. Trato de mantenerme ocupado
para no pensarte. El tiempo...
el maldito tiempo, ¿sabes?
Quizá después de todo tenían
razón en decirme que algún día
dejarías de doler, porque
está pasando de a poco, las heridas
van cerrando y mi corazón va curando.
Ya no escucho a tu
artista favorito, ni tu
canción favorita; tampoco
escucho la canción
que te dedique. Las noches ya no son tan malas
sin ti, he dejado
de llorar por tu ausencia y así mismo de pensar que fue por mi
culpa que te alejaste. Porque te fuiste porque quisiste, ésa fue tu
decisión y ya por fin la acepté.
Te estoy dejando ir poco a poco
y se siente tan bien. Pero no te niego
que hay días en los que no
paro de pensar en ti y en cómo era tu voz y
tu sonrisa, hay noches
que me quiebro porque ya no estás conmigo.
Hay veces las cuáles
sólo quiero hablarte y que todo sea como antes.
Hay madrugadas
que me las paso extrañándote. Hay amaneceres
en los que lo único
que hago es pedir que estés bien.
Hay también atardeceres en donde
tu recuerdo parece no irse. Pero ante todo,
hay noches como hoy
que no quiero dejarte ir, que me duele verte
solamente en fotos
e imaginar cómo se podrían unir nuestras
manos y luego
nuestros labios. Hay noches como hoy
que pareciera
que aún te sigo queriendo con la misma
intensidad
aunque en el fondo sé que no es así.